MENSAJES DEL SUPERVISOR GENERAL

Sermones de La Iglesia de Dios

Por Oscar Pimentel, Supervisor General de La Iglesia de Dios

“Después de haber luchado durante otro año más, o somos más fuertes y decididos que nunca o estamos cansados y más débiles. ¿Cuál es?” Estas son las palabras de A. J. Tomlinson a la Asamblea General de 1927. ¿Qué dice la Asamblea General de 2023? ¿Nos sentimos más fuertes y decididos en nuestro espíritu que nunca, o estamos cansados y más débiles? Estoy seguro de que muchos de ustedes se sienten más fuertes y decididos que nunca. Lo escucho en sus voces; lo veo en sus caras. Ahí está el testimonio de su espíritu que dice: “¡Sigo adelante!”

Sin duda, fuimos probados durante los últimos 11 meses y pasamos por momentos de pesadez de corazón que nos trajo el enemigo de nuestras almas. Muchos de ustedes pasaron por pruebas de fuego y su fe fue probada. Hubo momentos (quizás tiempos) en los que nos sentimos “atribulados en todo”, “en apuros”, “perseguidos” y “abatidos” , pero gracias a Dios, ¡nunca estuvimos angustiados, nunca desesperados, nunca desamparados y nunca destruidos! (Vea 2 Corintios 4:8, 9). Por la gracia de Dios soportamos toda tentación y hemos sido guardados por Su poder mediate la fe, y aquí estamos, más que vencedores (Romanos 8:37). Hay un profundo sentimiento de agradecimiento hacia Dios porque cada uno de nosotros puede afirmar que, como buenos soldados, continuamos luchando “la buena batalla de la fe” (1 Ti. 6:12).

En este camino, es imperativo mantener los ojos puestos en Jesús, o corremos el riesgo de hundirnos en el mar de las dificultades de la vida. Nuestros ojos deben estar fijos y puestos en el Maestro que sufrió mucho más que nosotros y pudo decir: “…Yo he vencido al mundo” (Jn. 16:33). Las instrucciones de la Biblia nos dicen que miremos a Cristo “que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo” (He. 12:3). Y aun así pudo informar al Padre de Su obra y transcurso sobre la tierra, “…Consumado es” ((Jn. 19:30). Cuando caiga el telón final, es nuestro ardiente deseo decir con el apóstol: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día…” (2 Ti. 4:7, 8). Así que guardémoslo en la memoria para que no “os fatiguéis en vuestros ánimos desmayando” (He. 12:3). “No nos cansemos, pues de hacer bien; que a su tiempo segaremos. Si no hubiéremos desmayado” (Ga. 6:9).

Algún día todas nuestras batallas terminarán y no tendremos que luchar más. Algún día, todos nuestros problemas desaparecerán y todas nuestras cargas desaparecerán. Algún día no conoceremos más penas y tristezas. Algún día, todos nuestros trabajos terminarán. Espero ese día. Cualquier cosa que hayamos pasado en nuestro viaje de esta tierra al cielo, no será ni siquiera un recuerdo lejano porque “lo que en este tiempo se padece” será completamente eclipsado por “la gloria venidera que en nosotros ha de ser manifestada” (Ro. 8:18) cuando veamos a Jesús.

120 Años—Manteniéndola como La Iglesia de Dios

Somos la continuación de la Iglesia que Cristo estableció en el Monte Hatín en el año 28 d. C., la cual compró con Su propia sangre. La misma Iglesia que se levantó de la oscuridad el 13 de junio de 1903, cuando un grupo de adoradores de corazón honesto se reunieron en un lugar conocido hoy como los Campos del Bosque en el Condado de Cherokee, en Carolina del Norte. Estaban allí para estudiar la Biblia con el entendimiento de que la buscarían para ver si podían encontrar La Iglesia de Dios. El tiempo fijado por Dios para el cumplimiento de la profecía había llegado, como está escrito: “La encrucijada de la Iglesia de la Santidad de los Campos del Arroyo, A, J, Tomlinson y la revelación de Dios se encontrarían” en esa memorable ocasión.

Dios reveló Su Iglesia a A. J. Tomlinson ese día mientras prevalecía en oración en la Montaña Burger. Al terminar de orar, entró en la reunión donde se hacían preguntas y se daban respuestas bíblicas. El grupo declaró que tomaban toda la Biblia correctamente dividida como la única regla de fe y práctica. El hermano Tomlinson dijo: “Bueno, si toman toda la Biblia correctamente dividida, eso la convierte en la Iglesia de Dios… están de acuerdo en que esta parte que he dicho la convierte en la Iglesia de Dios, y ¿estarán dispuestos a tomarla y mantenerla como la Iglesia de Dios?” Ellos dijeron que estaban dispuestos.

Tomarla y mantenerla como la Iglesia de Dios fue una promesa hecha en el hogar de W. F. Bryant por esos hombres y mujeres y una que tuvieron el propósito de preservar. La importancia de este compromiso quedaría grabada en las generaciones venideras hasta el regreso del Señor.

Han pasado ciento veinte años desde el Levántate y Resplandece de la Iglesia. Hoy en día, seguimos firmes en la Biblia, correctamente dividida, y sosteniendo al Nuevo Testamento como nuestra regla de fe y práctica, gobierno y disciplina. Los años no han estado exentos de conflictos en la guerra espiritual contendiendo por la fe una vez entregada a los santos por aquellos a quienes se les ha confiado. Aunque la Iglesia ha pasado por caminos desagradables y batallas difíciles desde el día en que surgió de la Edad Oscura, trabajando con enormes dificultades bajo una gran y extenuante presión de fuerzas internas y externas que han intentado desviarla, podemos proclamar con gozo y audacia hoy, ¡ “hasta aquí nos ayudó Jehová” (1 S. 7:12)! ¡Oh, sí, la gracia y el poder de Dios han sido más que suficientes para sostener a la Iglesia una y otra vez!

Nuestros pioneros antepasados de la Iglesia se movían lenta y constantemente de rodillas en oración, con el rostro hacia el suelo en humildad, en su búsqueda de gobierno, doctrina, herramientas y métodos bíblicos. Al hacerlo, allanaron el camino para las generaciones venideras. Sentimos que es un privilegio y una responsabilidad haber recibido tal herencia. Es con todo nuestro corazón que aceptamos todo lo que Dios nos ha dado.

Al igual que los que nos precedieron, la “tomamos”, pero igualmente importante es tener la determinación de “mantenerla” como La Iglesia de Dios mientras continuamos en el cumplimiento de la Gran Comisión en estos últimos días. Estamos más cerca del regreso del Señor, pero no sabemos cuánto más tardará. Aunque las señales parecen indicar que será más pronto que tarde, todavía estamos aquí. Siendo ese el caso, debemos ir a los confines de la tierra, predicar el evangelio completo, salvar a los perdidos y ser un faro de luz para las ovejas de Dios que están esparcida por todas partes, todo ello mientras nos apegamos a la doctrina, tomándola, y manteniéndola como La Iglesia de Dios.

MARAVILLOSAS PROFECÍAS

“Por un pequeño momento te dejé; mas te recogeré con grandes misericordias. Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento; mas con misericordia eterna tendré compasión de ti, dijo tu Redentor Jehová” (Is. 54:7, 8). Ese “pequeño momento” fue 1,578 años desde el momento en que la Iglesia que Jesús organizó cayó en la apostasía hasta su resurgimiento o surgimiento de la oscuridad el 13 de junio de 1903, en el Condado de Cherokee, Carolina del Norte, en los Estados Unidos de América.

Dios había hablado en tiempos pasados por los profetas del Antiguo Testamento que Su Hijo vendría a organizar y edificar Su Iglesia. Isaías declaró: “Y acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová por cabeza de los montes, y será ensalzado sobre los collados, y correrán á él todas las gentes” (Is.2:2). (Lea también Miqueas 4:1). En el espíritu de profecía, David escribió: “Será echado un puño de grano en tierra, en las cumbres de los montes; Su fruto hará ruido como el Líbano, y los de la ciudad florecerán como la hierba de la tierra” (Sal. 72:16).

Las profecías antes mencionadas se cumplieron después de la llegada de Cristo al mundo, pero antes de que Él regresara con Su Padre. La Biblia nos habla del momento, durante Su ministerio terrenal, en que Jesucristo organizó La Iglesia de Dios en una montaña conocida hoy como los Cuernos de Hatín en Israel, cerca del mar de Galilea. En el Evangelio que lleva su nombre, escribe Lucas: “Y aconteció en aquellos días, que [Jesús] fué al monte á orar, y pasó la noche orando á Dios. Y como fué de día, llamó á sus discípulos, y escogió doce de ellos, á los cuales también llamó apóstoles” (Lc. 6:12, 13). El Evangelio según Marcos da un relato similar, “Y subió [Jesús] al monte, y llamó á sí á los que él quiso; y vinieron á él. Y estableció doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos á predicar. Y que tuviesen potestad de sanar enfermedades, y de echar fuera demonios” (Mr. 3:13-15). Fue con este “puño de grano” (los doce discípulos) que Jesucristo organizó Su Iglesia en el año 28 d. C. Dicha Iglesia sacudió el entonces mundo conocido con un sonido parecido al de los poderosos cedros del Líbano cuando el viento sopla sobre sus ramas y chocan uno contra otro, provocando un eco atronador. Y la Iglesia floreció “como la hierba de la tierra” hasta el año 325 D.C. cuando cayó en apostasía al aceptar el Credo Niceno.

La Iglesia que fue organizada por el Mismo Cristo y comprada con Su preciosa sangre en el Calvario estaba cumpliendo las profecías escritas sobre ella, y no sólo las buenas y gloriosas, sino también las que se podían considerar oscuras y pesimistas. Pablo escribió a los tesalonicenses que esperaban la venida del Señor Jesucristo y la reunión de todos los hijos de Dios, para que no se “…mováis fácilmente de vuestro sentimiento, ni os conturbéis ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como nuestra, como que el día del Señor esté cerca. No os engañe nadie en ninguna manera; porque no vendrá sin que venga antes la apostasía…” (2 Ts. 2:2, 3). Las declaraciones de las voces proféticas ya habían predicho el alejamiento o la apostasía de la gran Iglesia de Dios cuando la oscuridad espiritual y el letargo cubrirían la tierra, y una densa oscuridad cubriría al pueblo. Sin embargo, los profetas del Antiguo Testamento inspirados por el Espíritu Santo declararon que la institución divina de Dios, La Iglesia de Dios, se levantaría de la oscuridad espiritual, de la apostasía y de su estado dormido en los últimos días.

“Cantad alabanzas, oh cielos, y alégrate, tierra; y prorrumpid en alabanzas, oh montes: porque Jehová ha consolado su pueblo, y de sus pobres tendrá misericordia. Mas Sión dijo: Dejóme Jehová, y el Señor se olvidó de mí. ¿Olvidaráse la mujer de lo que parió, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque se olviden ellas, yo no me olvidaré de ti. He aquí que en las palmas te tengo esculpida: delante de mí están siempre tus muros. Tus edificadores vendrán aprisa; tus destruidores y tus asoladores saldrán de ti. Alza tus ojos alrededor, y mira: todos estos se han reunido, han venido á ti. Vivo yo, dice Jehová, que de todos, como de vestidura de honra, serás vestida; y de ellos serás ceñida como novia. Porque tus asolamientos, y tus ruinas, y tu tierra desierta, ahora será angosta por la multitud de los moradores; y tus destruidores serán apartados lejos” (Is. 49:13-19).

Aunque la Iglesia estuvo cubierta durante 1,578 años, el Señor no la había abandonado, ni tampoco había sido aniquilada por completo. ¡El consuelo de Dios para Su pueblo estaba en camino! Por boca de los profetas, su reaparición sería un espectáculo digno de contemplar y la ubicación del surgimiento de la Iglesia fuera de la Edad Oscura sería en una tierra muy lejana de donde Cristo la había organizado en el Monte Hatín en Israel.

Ezequiel dio una parábola a la casa de Israel: “Una grande águila, de grandes alas y de largos miembros, llena de plumas de diversos colores, vino al Líbano, y tomó el cogollo del cedro: Arrancó el principal de sus renuevos, y llevólo á la tierra de mercaderes, y púsolo en la ciudad de los negociantes. Tomó también de la simiente de la tierra, y púsola en un campo bueno para sembrar, plantóla junto á grandes aguas, púsola como un sauce. Y brotó, é hízose una vid de mucha rama, baja de estatura, que sus ramas la miraban, y sus raíces estaban debajo de ella: así que se hizo una vid, y arrojó sarmientos, y echó mugrones” (Ez. 17:3-6). A través de un lente profético, el profeta pudo ver un águila que debía tomar la ramita tierna de la parte superior del cedro y transportarla a un lugar humilde que era lugar de mercaderes. Esa águila es representativa del águila el cual es un símbolo nacional y una parte integral de la identidad y el orgullo de los Estados Unidos de América.

Mirando hacia atrás a la profecía de Isaías acerca de aquellos que destruyeron la Iglesia y que estaban muy lejos en el momento de su resurgimiento, es significativo señalar que la distancia entre Israel y los Estados Unidos es de aproximadamente 6,762 millas [10,882 Km.]. Dios había predestinado que Su Iglesia sería trasplantada a una nación aún no existente (representada por un águila) que Él levantaría para que Su plan eterno llegue a buen término. Esa nación, que aún no existía, llegaría a ser reconocida como la nación militar más poderosa y económicamente influyente en la historia mundial. Una de sus ciudades, una ciudad de comerciantes, Nueva York albergaría el complejo del World Trade Center, donde tendría lugar gran parte del comercio internacional entre naciones; dos de sus edificios más conocidos que en su día formaron el complejo llamado las Torres Gemelas.

Para ayudarnos a identificar Su Iglesia entre todas las iglesias creadas por el hombre, Dios continúa hablando a través de sus profetas y dijo: “Mi amado habló, y me dijo: Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y vente. Porque he aquí ha pasado el invierno, hase mudado, la lluvia se fué; Hanse mostrado las flores en la tierra, El tiempo de la canción es venido, y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola; La higuera ha echado sus higos, y las vides en cierne dieron olor: Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y vente” (Cnt. 2:10-13). Lo que se encuentra en los Cantares a menudo se ha descrito como el dialogo entre Cristo y Su Esposa. Aquí encontramos a la Esposa de Cristo mencionando su amor, Jesucristo, y Él llamándola a levantarse y seguirlo. ¿De dónde debe levantarse? Ella debe levantarse de su estado dormido. Ella debe levantarse del letargo espiritual. Ella debe levantarse de la oscuridad. ¡Ella debe levantarse de las tinieblas! Cristo le anuncia que han pasado los meses de invierno y la temporada de lluvia ha terminado. Las hermosas flores de primavera y verano han aparecido en la tierra y se escucha la voz de la tórtola.

Según las profecías, el surgimiento de La Iglesia de Dios de las tinieblas no tendría lugar en el invierno, ni sucedería durante la temporada de lluvias de la nación en la que ella estaba programada para reaparecer, sino en una época en la que se oye cantar a las tórtolas. ¡Qué maravilloso es que Dios nos lo redujo mediante las palabras de los profetas para verla en las Escrituras y, por revelación divina, identificarla en el mundo de hoy en medio del laberinto del denominacionalismo! El Señor habló de ella LÉVANTATE Y RESPLANCE, y dijo que no sería en Israel sino lejos de ese país. Dijo que sería una nación humilde, pero llena de mercaderes, representada por una gran águila. Dijo que sería después del invierno y la lluvia, pero en el momento de la voz de la tórtola; esto es en una época muy específica del año en la nación profetizada. El mes de junio se identifica fácilmente como aquel que cumple con todos los criterios mencionados para el tiempo especificado.

Las tórtolas visitan Inglaterra durante la temporada de reproducción, llegan a finales de abril y mayo y salen nuevamente entre julio y septiembre. Las tórtolas aparecen en Judea a principios de la primavera, cuando las hojas están saliendo, cuando las flores se están abriendo, y todo se ve agradable y hermoso. Permanecen hasta que pasa el verano; y luego vuelan a un clima más cálido para pasar el invierno. Estas palomas se encuentran comúnmente en el sur de Canadá, los contiguos Estados Unidos y el norte de México. Hoy en día, la tórtola tiene la distinción de ser la única ave nativa de América del Norte que se reproduce en todos los estados, incluido Hawái.

Nahum hablando de “el día que se aparejará” , dijo de “los carros… como hachas encendidas” que se precipitarían y discurrirían en las calles, él dijo que se mirarían “como hachas encendidas; correrán como relámpagos” (Nah. 2:3, 4). Lo que Nahum vi sólo podría describirse de esta manera, pero estamos viviendo en este lado de sus profecías y reconocemos estos carros como antorchas encendidas corriendo como relámpagos como el automóvil que fue fabricado por primera vez por la Compañía Ford Motor en 1903.

El llamado a La Iglesia de Dios a salir de la oscuridad y las tinieblas resonó el 13 de junio de 1903, en cumplimiento de Isaías 60:1-3 que dice: “Levántate, resplandece; que ha venido tu lumbre, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad los pueblos: mas sobre ti nacerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. Y andarán las gentes á tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento”.

Poco después de esta declaración del profeta, hace una observación interesante y presenta una pregunta en el versículo ocho de este mismo capítulo, que a menudo los eruditos y teólogos de la Biblia pasan por alto. “¿Quiénes son estos que vuelan como nubes, y como palomas á sus ventanas?” ¿Qué pudo haber visto Isaías durante su tiempo aparte de las nubes y los pájaros que ocupaban los cielos? Pero no estaba mirando con ojos físicos cuando miró algo fuera de lo común, algo fuera de otro mundo entre las nubes y palomas del cielo.

Puede que no supiera lo que era, y algunos eruditos y teólogos pueden tardar en dar una respuesta a lo que vio, pero fue el avión. Seis meses después del Levántate y Resplandece de la Iglesia, los hermanos Wright realizaron con éxito su primer vuelo aéreo controlado en el “Wright Flyer”, el 17 de diciembre de 1903, y nació la era de la aviación moderna. Isaías vio que la Iglesia reaparecería en el momento de la invención del avión. Nahum vio su reaparición en el momento de la invención del automóvil.

Ahora escuche al salmista David hablando con el espíritu de profecía: “He aquí, en Ephrata oímos de ella: Hallámosla en los campos del bosque” (Sal. 132:6). Ve, este mensaje real y poderoso de Cristo y Su Iglesia exclusiva fue anunciado y escuchado por primera vez en Efrata (que es el nombre de Belén), pero se perdió y fue descuidado hasta que fue descubierto nuevamente por un hombre guiado por Dios a un lugar conocido hoy como la Montaña Burger en Murphy, Carolina del Norte, EE. UU. Fue allí, en la formación de montañas boscosas conocido como los Montes Apalaches, en el este de América del Norte, donde descubrió Ambrose Jessup Tomlinson, no fundó, no organizó, no estableció, sino que descubrió La Gran Iglesia de Dios de los últimos días en el tiempo señalado de Dios según las profecías. ¡Esto fue obra del Señor y es maravilloso a nuestros ojos!

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