MENSAJE ANUAL ANTE LA 89na ASAMBLEA GENERAL, 1994 Parte 1
Introducción
El 24 de julio de 1993, La Iglesia de Dios contestó el llamado de Dios para regresar a las sendas antiguas; no por el hecho de que fueran viejas y anticuadas, sino porque fueron el camino que el Espíritu Santo nos había revelado, y el cual Dios había revelado a Su pueblo antes de la fundación del mundo. Tales sendas no solo son veredas antiguas, sino que también han sido caminos comprobados y verdaderos por los cuales caminar. Si son seguidos, resultarán en paz, contentamiento, y en la seguridad de que Dios va a nuestro lado.
Aunque para el momento que la Iglesia respondió al llamado y rehusó seguir en el espíritu de' error y decepción, no estaba al tanto de todas las implicaciones de ser la "Iglesia dentro de una Iglesia", "Un pueblo dentro de un pueblo", "Una nación dentro de una nación", Sin embargo, no le tomó mucho tiempo al Espíritu Santo para hacernos conscientes de que eso era precisamente lo que había pasado. Al aceptar y seguir la dirección que Dios le había dado a Su pueblo, la Iglesia fue puesta al tanto de la aprobación de Dios y las bendiciones e inspiración del Espíritu Santo. Por todo lugar en el cual se han llevado a cabo servicios o reuniones sin importar los niveles, grandes o pequeños, se ha podido sentir la innegable presencia, aprobación y favor de Dios dándonos la seguridad y motivación de que estamos en la senda correcta.
Lo que ha sucedido en La Iglesia de Dios durante los últimos trece meses pasados, y unos cuantos días, no ha sido nada menos que un milagro. Ninguna persona o grupo de personas podrían haber obtenido un progreso tan enorme en tan corto tiempo, bajo las circunstancias que hemos pasado, sino hubiera sido por la intervención milagrosa de Dios, y debo agregar—sino hubiera sido por la respuesta celosa y fiel de Su maravilloso pueblo.
La Iglesia había tornado la posición de no desviarse de la visión y revelación de Dios, sabiendo que al hacerlo, tendría que renunciar a todos los recursos, y comenzar con nada en cuanto a bienes materiales se refería.
Aprendimos una gran lección en el proceso: Esa lección es de lo mucho que se puede hacer por Dios y Su causa con pocos o ningún recurso material. Algo que no perdimos fue la rica herencia espiritual que ha seguido la Iglesia a través de Su existencia en esta tierra, desde el tiempo en que fue establecida con los doce apóstoles por Jesucristo Mismo, la Cabeza de la Iglesia, en el monte Hatín, aproximadamente para el año 28 D.C. Dios continúa bendiciendo la Iglesia y si permanecemos siendo fieles en todo, podemos confiar en que seguirá bendiciéndola y guiándola en Su etapa final en esta tierra.
Dios no nos ha dejado sin recursos; no obstante, sabiendo que debemos tener una cantidad adecuada de ellos para poder realizar Su trabajo efectivo y exitosamente en esta época, Él, a través de la generosidad y sacrificio de Su pueblo, nos ha dado un edificio de oficinas bonito, adecuado y equipado en el cual también tenemos un área para la imprenta a través de los cuales podemos continuar realizando Su trabajo. A medida que el trabajo de la Iglesia crece y se expande, habrá la necesidad de ampliar nuestras facilidades. Enfrentaremos dicha situación cuando llegue el tiempo, pero por ahora adoramos al Señor por habernos suplido nuestras necesidades presentes, y confiaremos en Él para que haga lo mismo en el futuro.
Queda de nosotros el que usemos los recursos que Él nos ha dado sabiamente, utilizando los fondos que Él nos da como buenos y sabios mayordomos.
La Iglesia se está acercando a su mejor hora, Ella estará lista en todo, como la novia que se prepara para la venida del Novio. Al hacer eso, asegurémonos de que todo lo que hagamos sea hecho con toda nuestra cooperación y obediencia, más bien que sin nosotros, que pudiera ser el caso si fallamos en seguirle en completa obediencia y con una actitud de corazón manso. Este es el último mandato; no tendremos el lujo de volver a comenzar nuevamente y tratar de hacer lo correcto. Debe ser hecho correctamente en esta ocasión.
Nunca hubo un tiempo de mas necesidad para que la Iglesia camine circunspectamente que al presente, como el Apóstol Pablo nos amonesta en Efesios 5:15. La terminología "circunspecto" significa el mantener todo en su balance. Significa mirar en un círculo para ver que todo sea atendido y que nada sea dejado de lado. Esto requiere unidad y una acción en concierto. No existe sustituto o alternativa para ser de un espíritu y una mente. Llegaremos y debemos llegar a ese estado donde toda la Iglesia sea de una mente y un espíritu en aquellos asuntos que sean pertinentes a todos nosotros como La Iglesia de Dios mundial. Esta es una actitud y una cualidad espiritual que ha sido abandonada desde hace mucho tiempo por las organizaciones religiosas, porque no pudieron lograrla y aceptaron el hecho de que era inalcanzable. No será así con La Iglesia de Dios. Ella logrará tener una sola mente, actuando y moviéndose como un cuerpo unificado, como el organismo físico de una persona se mueve en complete unidad. En su estado final, la Iglesia universal de Dios se moverá y tiene que moverse como un hombre.
Satanás no quiere que esto suceda. Él meterá su mano en su bolsa de trucos, trampas y ardides para usar a todo el mundo que esté a su disposición para prevenir que la Iglesia llegue a tal estado, pero no tendrá éxito. La Iglesia está destinada a ser "una iglesia gloriosa que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante; sino que fuese santa y sin mancho" (Efesios 5: 27). Para mantener la Iglesia en el lugar que debe estar en su relación con Dios, y para que cumpla con uno de sus propósitos, evitando así caer en las trampas de Satanás, ella debe hacer todo esfuerzo posible para mantener y guardar la fe.
En cuanto a los peligros que se encuentran ante nosotros, quiero señalar algunas trampas que sería sabio identificar y evadir. La trampa numero uno es el fracasar en la ejecución de la disciplina apropiada del Nuevo Testamento en todos los niveles de la Iglesia.
DISCIPLINA APROPIADA DEL NUEVO TESTAMENTO
Ha sido una falta común en la estructura de la religión cristiana en general, y a veces dentro de la verdadera Iglesia, bajo ciertas circunstancias, fallar en la aplicación de la disciplina bíblica de la manera apropiada a los miembros que caen en pecado. El pasar por alto el aplicar la disciplina bíblica de la forma apropiada y al momento indicado es equivalente a tolerar el pecado en la Iglesia, e ignorar o retar el mandato bíblico de seguir los principios escriturales al tratar con el mismo. La apatía del pecado en la Iglesia, cerrando los ojos ante él y dándole la espalda en vez de afrontarlo, es como “barrer y echar la basura debajo de la alfombra". Todas estas prácticas son inaceptables cuando la plaga del pecado se manifiesta así misma en el cuerpo de Cristo, la Iglesia.
Sería más llamativo seguir el camino fácil. Nunca es agradable tener que tratar con un miembro o ministro que le ha fallado a Dios, pero para agradar a Dios y tener su favor, no hay otra alternativa. Debe ser hecho siguiendo las instrucciones específicas del Nuevo Testamento. No hay duda respecto a que esa responsabilidad descansa sobre nuestros hombros. Tenemos que ejecutar el mandato expuesto por 1 Timoteo 5:20, donde Pablo instruye a Timoteo: "A los que pecaren, repréndelos delante de todos, para que los otros también teman". En todos los casos tenemos que dejar que el amor cristiano prevalezca. Detestamos, rechazamos y odiamos el pecado, pero debemos amar al pecador.
Donde exista una cuestión de conflicto entre miembros de la Iglesia, Jesús da un escenario claro y simple para tratar con el problema. Primero, se hace un intento para tratar de resolver el mismo entre las personas envueltas. De eso fallar, entonces Jesús instruyó a que se envolvieran dos o más en el asunto para tratar de encontrar una solución. Si también este intento falla, entonces el asunto se debe llevar ante la Iglesia. En la práctica, sería apropiado que el pastor, como moderador de la conferencia de negocios de la Iglesia local sea quien presente el asunto en cuestión ante la congregación con el fin de hallar una respuesta o solución aceptable al asunto. Se espera que en algún momento entre la reunión en privado y las personas envueltas y cuando el asunto sea llevado ante la Iglesia se encuentre una solución aceptable al asunto. Si este no es el caso, luego la Iglesia, en una conferencia oficial está obligada a proseguir el caso y deberá tratar de salvar a ambos, la persona o personas ofendidas y la integridad de la Iglesia. Si la persona o personas ofendidas no responden positivamente a los acuerdos llegados en la conferencia de negocios, entonces la única alternativa es que el cuerpo haga lo que Jesús dijo que se hiciera: "Tenle por étnico y publicano" (Mateo 18: 17). En otras palabras, considerar la persona como pecadora y no como una parte de la comunión de los santos. Eso no significa que ellos deben ser evitados, ignorados y desterrados del amor e interés del cuerpo. Los procesos de restauración siempre deberán ser seguidos cuando se desliga a un miembro caído, exactamente como se toman las medidas preventivas cuando es evidente que uno se está descarriando.
El espíritu o moral del cuerpo de la Iglesia al igual que la salvación y bienestar del miembro individual están en riesgo. El Apóstol Pablo explica esto en su discusión del asunto de la fornicación dentro de la Iglesia en Corinto. Ese es un pasaje familiar de la Escritura y no entraremos en detalles del mismo al presente, sino que repetiremos lo que Pablo le dijo a la Iglesia en Corinto sobre el asunto. Sus palabras fueron: "En el nombre del Señor nuestro Jesucristo, juntados vosotros y mi espíritu, can la facultad de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para muerte de la carne, porque el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús" (1 Co. 5:4, 5). La Frase: "Porque el espíritu sea salvo", parece referirse al espíritu o moral de los santos de la Iglesia en Corinto. Es devastador para el espíritu y moral de la congregación cuando obviamente existe pecado entre sus miembros y nada es hecho al respecto. Existe una forma bíblica para tratar tal asunto; el Espíritu Santo se contrista y la Iglesia se debilita cuando no se trata con propiedad. La Iglesia que trata can el pecado en sus rangos y se mantiene sin mancha del mundo, será una Iglesia victoriosa donde Dios manifestará Su presencia y Su poder para obrar milagros.