Por Oscar Pimentel, Supervisor General de La Iglesia de Dios
Porque Dios es un Dios admirable, estamos seguros de que Su luz es una luz admirable. La Escritura nos dice esto: “Y la luz en las tinieblas resplandece; mas las tinieblas no la comprendieron” (Jn. 1:5).
La Biblia es una historia de “tinieblas” y “luz”. Estas dos, las tinieblas y la luz son enemigos perpetuos que siempre se pelean entre sí. Cada hombre y mujer que ha vivido alguna vez ha tomado partido en su batalla, al igual que todos los que están vivos hoy. Los hombres se ponen del lado de las tinieblas cuando no miran a Dios y se olvidan de Él. Cristo dijo que “los hombres amaron más las tinieblas que la luz; porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene á la luz, porque sus obras no sean redargüidas. Mas el que obra verdad, viene á la luz, para que sus obras sean manifestadas que son hechas en Dios” (Jn. 3:19-21). Los hombres se ponen del lado de la luz cuando reconocen a Dios en todos sus caminos. El resultado del lugar donde los hombres pasarán la eternidad está determinado por el lado que elijan mientras estén vivos en este lado de la tumba: TINIEBLAS O LUZ.
Antes de abandonar el pecado y ser salvos por la gracia de Dios, nuestra historia era como la de todos los pecadores. Estábamos en tinieblas, en el caos y en problemas mientras tropezábamos cosechando el torbellino de nuestros caminos impíos. La Biblia dice que, “El camino de los impíos es como la oscuridad: No saben en qué tropiezan” (Pr. 4:19). Sin embargo, cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y creemos en Jesucristo para salvación, se nos da “potestad de ser hechos hijos de Dios” (Jn. 1:12). Hoy nosotros somos “hijos de luz, é hijos del día; no somos de la noche, ni de las tinieblas” (1 Ts. 5:5). ¡Ya no TROPEZAMOS! ¡Somos ahora santos en la LUZ! ¡Hemos sido librados de la potestad de las tinieblas por medio del evangelio de Jesucristo, que es PODER de Dios para salvación! ¡Qué poderoso evangelio! ¡Qué transformación tan aleccionadora! ¡Qué maravillosa liberación!
Cuando algo se define como admirable, significa que causa asombro, admiración o sorpresa. Ser trasladado de las tinieblas a la luz es una bendita transferencia de caminos que conducen en dos direcciones completamente diferente. Lo que hace la gran diferencia es la luz. La luz en sí es admirable. Esta LUZ ADMIRABLE es Cristo, el Hijo de Dios. ¿Cuántas veces le ha pasado que se quedó asombrado al considerar de dónde le trajo Jesús hasta donde está hoy? Con los ojos bien abiertos en asombro y en acción de gracias, bendecimos el hecho de haber sido llamados de las tinieblas a Su luz admirable.
La Biblia nos dice que Jesucristo es la Palabra y “aquel Verbo fué hecho carne, y habitó entre nosotros” (Jn.1:14). “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz en las tinieblas resplandece…” (Jn. 1: 4, 5). “Aquel era la luz verdadera, que alumbra á todo hombre que viene á este mundo” (Jn. 1:9). La Palabra de Dios es esta LUZ ADMIRABLE.
¡Los cristianos pueden ver la luz en la LUZ! El primer día del cristiano es el día en que acepta a Cristo en su corazón, y es encendido por la VERDADERA LUZ, que es Cristo. Pero eso es sólo el comienzo de su camino, el cristiano debe luego ir a la perfección (Hebreos 6:1).
La Biblia nos dice “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto” (Pr. 4:18). El hijo de Dios puede y debe dar pasos espirituales en su caminar con el Señor. No basta simplemente con contar los años de profesión, como si sólo el tiempo asegurara la madurez espiritual. No, los años de profesión no significa que uno haya madurado espiritualmente y se haya dejado moldear, en cada faceta de su vida, a la imagen de Dios. El libro de Proverbios menciona una “senda”. Esa senda hay que caminar. Uno debe andar "en luz, como él está en luz” (1 Jn. 1:7).
El gran apóstol Pablo ya se había encontrado con la Luz del cielo en su viaje a Damasco. Sin embargo, todavía deseaba saber más acerca de Cristo “la virtud de su resurrección, y la participación de sus padecimientos” (Fil 3:10). ¿Debería ser menor el anhelo del cristiano del siglo 21?
El apóstol elogió a la iglesia local en Éfeso. Su testimonio personal sobre ellos se encuentra en la epístola que lleva su nombre. Según todos los indicios, la iglesia de Éfeso tenía un muy buen testimonio, el testimonio escrito de Pablo de estos maravillosos miembros nos dice que eran santos fieles que habían oído la Palabra de verdad, habían creído y confiado en el Evangelio de salvación, y estaban sellados con el Espíritu Santo. De ellos está escrito que tuvieron fe en el Señor Jesucristo, y amaron a todos los santos (Efesios 1: 13- 15).
Me imagino que la descripción de esa iglesia local del Nuevo Testamento haría que cualquier de nuestros pastores actuales reciba felizmente su nombramiento. Uno pensaría que una iglesia con este tipo de testimonio no necesitaría nada más: ellos habían alcanzado el pináculo de la madurez espiritual y la revelación bíblica. ¿Por qué?... ¡lo tenían todo! Sin embargo, Pablo pensaba un poco diferente. Si bien, no se daña su buen testimonio, sintió que podían profundizar un poco más, escalar un poco más, acercarse un poco e ir un poco más lejos en ESPIRITUALIDAD y REVELACIÓN. Después de compartir el buen testimonio de los hermanos, continúo diciendo que nunca dejó de agradecer a Dios por ellos y nunca dejó de orar por ellos. Su oración fue algo así: “Que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación para su conocimiento; Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál sea la esperanza de su vocación, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál aquella supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, por la operación de la potencia de su fortaleza” (Ef. 1:17-19). Parece haber sido su entendimiento de que había más por descubrir, revelar y entender. Ahora bien, sabemos que la gloria de la casa postrera será mayor que la de la primera, según las Escrituras. Y, puesto que todavía no hemos alcanzado la altura espiritual de la primera, es lógico pensar que cuando la Iglesia alcance esas alturas de la casa primera, estará en un buen lugar, pero aún habrá más para recibir de la mano de Dios en el camino de la gracia, el poder, la espiritualidad y la revelación. La Iglesia está destinada no solo a alcanzar alturas de la primera casa en estas áreas, sino que las superará.
Muchos miembros de la Iglesia todavía necesitan una revelación divina de La Gran Iglesia de Dios. Muchos necesitan entender y conocer la importancia de su doctrina y enseñanzas, y experimentar las cosas que deben ser experimentadas: salvación, santificación, bautismo del Espíritu Santo, etc. Y luego hay muchos hermanos cristianos que viven en el mundo denominacional, varios de los cuales son tan salvos como usted y yo, que necesitan ver la luz brillante de Evangelio verdadero e inmutable de Cristo y Su doctrina. Solo hay un Evangelio, así como solo hay un solo Jesucristo, y Él es la LUZ VERDADERA, pero el mundo está lleno de muchos anticristos que pervierten el Evangelio de Cristo, y muestran una forma de luz, pero niegan el poder de Dios.
Aunque muchos de nuestros hermanos en Cristo son salvos, necesitan tener los ojos de su entendimiento iluminado a las grandes verdades espirituales que emanan de la Iglesia de Dios a través de Su Espíritu. El Salmista David dijo, “Porque contigo está el manantial de la vida: En tu luz [Jesús] veremos la luz [la revelación divina y la doctrina]” (Sal. 36:9). Ellos están en la LUZ como Apolos que fue instruido en el Señor, fervoroso de espíritu (Hechos 18: 24-26), pero ellos necesitan ver la luz en la LUZ. ¿Cómo verán la luz? La Biblia dice, “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres…” (Mt. 5:16). Ellos lo verán a través de una vida santa de parte de nuestros miembros, y una sana enseñanza de la Iglesia de Dios de parte de nuestros ministros, quienes deberían ser capaces de explicar el camino de Dios más perfectamente. ¡Gracias a Dios por La Iglesia de Dios que enseña el camino de Dios más perfectamente!
Saulo de Tarso tenía su doctrina, tenía sus pensamientos, tenía sus opiniones y sentía que estaba sirviendo a Dios. Pero cuando viajó a Damasco, una LUZ que eclipsa lo más brillante que conoció desde su nacimiento apareció ante él y lo envolvió. ¡Otros no pudieron verla, pero él la vio! Así es como están algunos cristianos de hoy en día, incluso en la Iglesia. Todavía no ven la luz de la revelación divina con respecto a la Iglesia de Dios y otras verdades espirituales, ¡pero la gran mayoría de los miembros de nuestra Iglesia sí! Esta LUZ rodeó a Saulo, lo cubrió, lo trago y entró a él. Saulo había entrado en contacto con la luz verdadera y entró en esa LUZ y ahora vería la luz de la revelación divina, la sana doctrina y el gobierno de la Iglesia.
¡La doctrina es la luz admirable! La doctrina, dicen algunos, ni siquiera la menciones. No la menciones, sólo predica a Jesús. Tal vez algunos no hayan escuchado o leído la Biblia que la DOCTRINA cautivó las mentes y los pensamientos de la gente en el tiempo del ministerio terrenal de Jesús. No crea la mentira de que predicar y enseñar la doctrina bíblica ahuyentará las almas. Puede que algunos no les guste y se vayan, pero las verdaderas ovejas de Dios se quedarán y se deleitarán con ella. La doctrina es enseñanza o instrucción, principio o posición en un sistema de creencias. La doctrina es enseñanza bíblica sobre verdades teológicas. Marcos 11:18 dice que “todo el pueblo estaba maravillado de su [Jesús] doctrina” y “oyendo esto las gentes, estaban atónitas de su doctrina” (Mt. 22:33). En la ciudad de Capernaum, “se maravillaban de su doctrina, porque su palabra era con potestad” (Lc. 4:32). Los judíos se maravillaron de Su doctrina (Juan 7:15). En otro lugar, Jesús abrió Su boca y enseñó “Y fué que, como Jesús acabó estas palabras [cuando había terminado de compartir la doctrina de Dios], las gentes se admiraban de su doctrina; Porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mt. 7:28, 29). Incluso “los discípulos se espantaron de sus palabras” (Mr. 10:24), y Lucas dijo: “Y todos los que le oían, se pasmaba” (Lc. 2:47).
La luz había comenzado a brillar sobre las tinieblas que cubrían la tierra y las densas tinieblas que cubrían a la gente. Isaías testificó de esta LUZ ADMIRABLE cuando dijo: “El pueblo que andaba en tinieblas vió GRAN LUZ: los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos” (Is. 9:2). Por la boca de nuestro Señor y Salvador, rayos de luz en forma de SANA DOCTRINA e INSTRUCCIONES DIVINA (esperanza genuina, paz real, santidad, amor no fingido, gozo verdadero, salvación eterna) habían comenzado a romper y desmenuzar las tinieblas que cubrían este mundo.
Dios declaró que, “Goteará como la lluvia mi doctrina; Destilará como el rocío mi razonamiento; Como la llovizna sobre la grama, y como las gotas sobre la hierba” (Dt. 32:2), ¡y lo hizo, lo ha hecho y lo hará!
El escritor dijo: “Lámpara es á mis pies tu palabra, y lumbrera á mi camino” (Sal.119:105). Necesitamos a Cristo, la “lampara”, para saber dónde estamos, pero también necesitamos la LUZ ADMIRABLE de la instrucción divina y la sana doctrina para iluminar nuestro camino y avanzar hacia la perfección espiritual. Grande y admirable es la luz de Dios dada al mundo en el Señor Jesucristo. Él declaró: “Y hablóles Jesús otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo: el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la lumbre de la vida” (Jn.8:12). Solo las enseñanzas verdaderas y sin adulterar de Cristo pueden dar vida a un mundo perdido y moribundo. Sólo Su Palabra puede iluminar el camino para que el pecador encuentre su camino hacia Dios, pero también, es sólo Su Palabra (la SANA DOCTRINA, la Palabra correctamente dividida) que alejara al cristiano del denominacionalismo y liberará a nuestro pueblo de la herejía.
Cuando Jesús vino al mundo, trajo doctrina y la compartió. Si embargo, dijo: “Mi doctrina no es mía, sino de aquél que me envió” (Jn. 7:16). Se dice que el cristianismo es una forma de vida fundada en la sana doctrina. El por qué tantas organizaciones cristianas se avergüenzan de ella o se niegan a mencionarla está más allá de mí, ya que su verdad proporciona un medio de crecimiento espiritual para el hombre o la mujer cristiana. Pero el apóstol Pablo dijo: “…vendrá tiempo cuando ni sufrirán la sana doctrina…” (2 Ti. 4:3).
La doctrina es esencial para La Iglesia de Dios. La Iglesia de Dios no existe sin ella. El Nuevo Testamento enfatiza repetidamente el valor y la importancia de la sana doctrina, la sana instrucción y un modelo de sana enseñanza. Existe un vínculo crucial entre la espiritualidad profunda y la sana doctrina. Pablo nos enseña que la madurez espiritual depende de la fidelidad a la sana doctrina. “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él: Arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis aprendido, creciendo en ella con hacimiento de gracias” (Col. 2:6, 7). ¡Gracias a Dios por la doctrina!
La Biblia nos dice, “Retén la forma de las sanas palabras que de mi oíste…Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que habita en nosotros” (2 Ti. 1:13, 14). 1 Timoteo 4: 13, 16 dice: “…ocúpate en leer…Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello; pues haciendo esto, á ti mismo salvarás y á los que te oyeren” .