OTROS ESTUDIOS

Estudios de La Iglesia de Dios

En el artículo del mes pasado sobre Icabod, se dieron cuatro causas para la partida de la gloria de Dios de Israel: 1. Falta de Discernimiento; 2. Nepotismo; 3. Descuido de la Disciplina; 4. Hijos de Belial; pero hubo otras causas.

5. Líderes Que No Conocían a Dios. “Mas los hijos de Eli…no tenían conocimiento de Jehová” (1 S. 2:12). Sabían ACERCA de Dios, pero no conocían a Dios. Una persona puede haber sido criada en la casa de un pastor, graduado del Instituto de Entrenamiento Bíblico, nombrado en una posición de autoridad en la Iglesia, ser cuarta generación en La Iglesia de Dios, bautizado tantas veces como para conocer a todos los renacuajos por nombre, etc., y todavía no conocer a Dios. Conocer a Dios viene por revelación divina, cuando Pedro recibió una revelación divina de La Iglesia de Dios en Mateo 16, también recibió una revelación divina del Dios de la Iglesia. Él dijo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces, respondiendo Jesús, le dijo…no te lo reveló carne ni sangre, mas mi Padre que está en los cielos... y sobre esta piedra edificaré mi iglesia…” (Mt. 16:16-18). Tristemente, algunos pasan de conocer a Dios a una mente depravada. Pablo le dio a Tito los requisitos de un obispo, pero también mencionó algunas características de aquellos que no calificaban, siendo una de ellas que “Profésanse conocer á Dios; mas con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados para toda buena obra” (Tit. 1:16). Pablo escribió a los romanos: “Porque habiendo conocido á Dios, no le glorificaron como á Dios…Por lo cual también Dios los entregó á inmundicia… Dios los entregó á afectos vergonzosos... Y como á ellos no les pareció tener á Dios en su noticia, Dios los entregó á una mente depravada…” (Ro. 1:21, 24, 26, 28). El profeta Jeremías escribió: “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio, y justicia…” (Jer. 9:23, 24). Glorificamos a Dios reconociendo, en un espíritu de adoración, cuán glorioso es Dios. Así, nos convertimos en Su pueblo glorioso. Pero si no queremos retener a Dios en nuestro conocimiento por revelación divina y relación personal con Él, Su gloria se irá de nosotros.

6. Codicia. “cuando alguno ofrecía sacrificio, venía el criado del sacerdote…Y… todo lo que sacaba el garfio, el sacerdote lo tomaba para si…” (1 S. 2:13, 14). Adam Clarke comenta: “Cuando era traída una ofrenda de paz, el hombro derecho y la espaldilla, pertenecían al sacerdote, la grosura era quemada sobre el altar… el resto de la carne pertenecía al que presentaba la ofrenda. Con la pretensión de tomar solamente su parte, ellos sacaban lo mejor de todo lo que escogían, y tanto como podían.” El profeta Isaías condenó a los que eran “perros ansiosos no conocen hartura” (Is. 56:11). En los cuatro evangelios, Jesús condenó a los que habían hecho de la casa de Su Padre una cueva de ladrones (Mateo 21:13; Marcos 11:17; Lucas 19:45, 46; Juan 2:16). El apóstol Pablo escribió a Timoteo y Tito que los obispos y diáconos no deben ser: “codicioso de torpes ganancias” (1 Ti. 3:3, 8; Tito 1:7, 11). A los romanos escribió: “Porque los tales no sirven… sino á sus vientres…” (Ro. 16:18). Y a los filipenses dijo: “cuyo dios es el vientre, y su gloria es en confusión” (Fil. 3:19). El Señor le preguntó a Elí: “¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y mis presentes, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo…engordándoos…?” (1 S. 2:29). El “tabernáculo” del Señor ahora es La Iglesia de Dios. En una Asamblea General a mediados de la década de 1990, Eddie Griffith dijo que la Iglesia debe tener cuidado de no adoptar un sistema financiero en el que los mejor pagados sean mejor pagados y los menos pagados reciban menos. Pablo escribió a los corintios: “con igualdad… vuestra abundancia supla la falta de ellos… porque haya igualdad” (2 Co. 8:14). La “igualdad” es una doctrina bíblica, y la desigualdad y la codicia son manchas, arrugas o defectos que no existirán en La Iglesia de Dios cuando se haya convertido en una Iglesia gloriosa.

7. Tácticas de Mano Dura. “Y si le respondía el varón, quemen luego el sebo hoy, y después toma tanta como quisieres; él respondía: No, sino ahora la has de dar: de otra manera yo la tomaré por fuerza” (1 S. 2:16). Cuando se llevó una ofrenda de paz a Shiloh, los hijos de Elí no se saciaron con su porción del hombro y la espaldilla, sino que también tomaron la grosura que le pertenecía a Dios y tomaron el resto que pertenecía al adorador. Si algún adorador justo se atrevía a denunciar la maldad del sacerdote, no por su propia porción, sino por la grosura que pertenecía a Dios, el sacerdote tomaba toda la ofrenda por la fuerza. Ezequiel escribió acerca de los malos pastores que habían dispersado las ovejas de Dios: “sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia” (Ez. 34:4). El apóstol Juan le escribió a Gaio: “mas Diótrefes, que ama tener el primado entre ellos, no nos recibe. Por esta causa, si yo viniere, recordaré las obras que hace… no contento con estas cosas, no recibe á los hermanos, y prohíbe á los que los quieren recibir, y los echa de la iglesia” (3 Jn. 1:9, 10). Recordemos las palabras del apóstol Pedro: “Apacentad la grey de Dios…no por ganancia deshonesta… sino de un ánimo pronto; y no como teniendo señorío sobre las heredades del Señor” (1 P. 5:2, 3). En el presente estado imperfecto de la Iglesia, algunos líderes pueden usar tácticas de mano dura, pero cuando la Iglesia alcance su estado glorioso, el presente del gobierno teocrático de Dios estará en su forma más pura.

En los artículos de los últimos dos meses sobre Ichabod, se dieron siete causas para la partida de la gloria de Dios en Israel:

1.Falta de Discernimiento; 2. Nepotismo; 3. Descuido de la Disciplina; 4. Hijos de Belial; 5. Líderes que no Conocían a Dios; 6. Codicia; 7. Tácticas de Mano Dura. Pero otra causa fue la Adoración Sacrílega. Dios dio instrucciones especificas en el Antiguo Testamento sobre cómo Su pueblo debía adorarlo. La ofrenda de sacrificios de una manera específica era una parte integral de la adoración a Jehová Dios. Pero leemos de los hijos de Eli, “Asimismo, antes de quemar el sebo, venía el criado del sacerdote, y decía al que sacrificaba: Da carne que ase para el sacerdote; porque no tomará de ti carne cocida, sino cruda” (1 S. 2:15). Esto transgredió el orden señalado en la ley (Levíticos 7:31). Adam Clarke comenta, “Ellos se servían antes de servirle a Dios”. Primero, el sebo tenía que ser quemado como una ofrenda a Dios después el pecho y la espaldilla derecha pertenecían al sacerdote, y el resto se entregaba al ofertante. La opinión de Dios sobre esto se expresa en estas palabras, “¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y mis presentes, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo…?” (1 S. 2:29). Tal adoración egocéntrica por parte de los sacerdotes no solo era un gran pecado contra Dios, sino que también hacía que los demás adoradores despreciaran la adoración. “Era pues el pecado de los mozos muy grande delante de Jehová; porque los hombres menospreciaban los sacrificios de Jehová” (1 S. 2:17).

En nuestros días, a veces la llamada adoración se centra en un narcisista Billy Jo Hollywood que viste un traje que brilla en la oscuridad; su énfasis principal se pone en pedir más dinero para su ministerio principal que en la verdadera adoración de un Dios santo. A menudo la palabra “apareció” se usa en referencia a la gloria de Dios (muchas veces en el Antiguo Testamento y, sí, en el día de Pentecostés; ver Hechos 2:3). A fin a este pensamiento es la “manifestación del Espíritu” (1 Co. 12:7). Una “manifestación del Espíritu” es una aparición de la gloria de Dios. Cuando uno de los nueve dones en 1 Corintios 12: 8, 9 es obrado por el Espíritu, la gloria de Dios se ha manifestado en Su casa, la Iglesia, que es también Su Cuerpo. En 1 Corintios, capítulo 12, cada uno de estos dones es con el fin de capacitar a los miembros de Su cuerpo “que los miembros todos se interesen los unos por los otros” (v.25). El capítulo 13 presenta el don excelentísimo del Espíritu como caridad. El capítulo 14 nos enseña que cuando nos reunimos para adorar, estos dones (apariciones y manifestaciones de la gloria de Dios) son para la edificación, exhortación y consuelo de todos los miembros de la Iglesia, no solo para la edificación propia. Cuando la adoración se centra en uno mismo o en algún líder religioso y no en Dios, los dones del Espíritu no operaran en su plenitud porque la gloria de Dios se ha ido.

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