OTROS SERMONES

Sermones de La Iglesia de Dios

Shanna Campos, Coordinadora de Esquela Dominical

“El entonces pidiendo luz, entró dentro, y temblando, derribóse á los pies de Pablo y de Silas; y sacándolos fuera, le dice: Señores, ¿qué es menester que yo haga para ser salvo?” (Hch. 16:29, 30).

Estas son las palabras de un carcelero romano, que no menciona su nombre, a quien Pablo y Silas conocieron mientras estaban encarcelados en Macedonia. Los eventos que llevaron a este momento cuentan la historia de cómo un desvío inesperado resultó en que la vida de un hombre cambiara para siempre. Me encanta la frase, “entonces pidiendo luz”. La conciencia de la oscuridad física que lo rodeaba hizo que pidiera una luz real, y cuando se dio cuenta de que también estaba perdido en la oscuridad espiritual, pidió luz espiritual: “Señores, ¿qué es menester que yo haga para ser salvo?” Los hombres de Dios compartieron la luz de la Palabra de Dios con él, y la Luz comenzó a obrar en su corazón. Su obra fue tan poderosa que se bautizó, llevó a Pablo y Silas a su casa (en medio de la noche), curó sus heridas y les dio una comida caliente.

¡Qué transformación experimentó este hombre! Entonces, Pablo y Silas tuvieron la oportunidad de compartir el evangelio con toda su casa, y la Biblia dice que él “se gozó de que con toda su casa había creído á Dios” (Hch. 16:34). Los hijos del carcelero pudieron creer el mensaje de Pablo y Silas porque vieron algo diferente en su padre, y su esposa vio algo en su esposo que no había visto antes. ¿Y que vieron? La evidencia de un hombre que fue hecho nuevo. Una nueva criatura en Cristo se presentó ante ellos porque la luz de Jesús había venido a su vida.

La Biblia no menciona a este hombre ni a su familia en ninguna otra parte. Pero podemos concluir que él y su familia nunca fueron los mismos después de esa noche cuando dos hombres de Dios dispuestos trajeron la luz de Dios a su hogar.

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