Así es como el escritor de Hebreos estaba terminando la epístola a los Hebreos mientras daba instrucciones sobre cómo mantener su fe.
Pero la fe obra por el amor porque el espíritu del cristianismo es el espíritu del amor. La verdadera religión, y la religión no es un título, es manifestar el genuino atributo de Dios Mismo, el amor.
El mandato es amar: “Permanezca el amor fraternal” (Hebreos 13:1). Preste atención, que dice, nada de esto funcionará sin el amor.
Una vez que mi familia viajaba al oeste para un trabajo evangelístico en Boulder City, Nevada, nuestro automóvil pidió a gritos un nuevo motor. Entre mi padre (que no es mecánico), el pastor y otro ministro, instalaron el motor. Estaba en perfecto estado; los pernos de los pistones fueron ajustados cuidadosamente; las válvulas se habían calibrado correctamente según las especificaciones y al principio, el motor ronroneaba como un gatito. Pero algo salió mal. Para el tiempo cuando habíamos dejado la montaña rumbo a California, la presión del aceite se había bajado hasta el fondo y escuchamos ruidos que no presagiaban nada bueno. Cruzamos Grapevine hacia el norte de California, y lo primero que tuvimos que hacer cuando llegamos a nuestro destino fue conseguir un nuevo motor.
No había nada malo con el motor que se había instalado en ese Pontiac 1951. Pero a pesar de todas las refacciones, tenía que tener aceite para que funcionara sin problemas y continuamente.
El aceite del Espíritu Santo generará el amor que se necesita para alcanzar a otros para Dios. “Permanezca el amor fraternal” dice el escritor. ¿Por qué? Porque todas las cosas que les voy a aconsejar que hagan, necesitará del amor para que funcione.
Luego lo expone, explicando a medida que avanza el buen razonamiento de cada instrucción: Servir; Ser fiel; Amar a su cónyuge; Estar contento; Desarrollar los valores cristianos; Ser benevolentes unos con otros; Seguir los buenos ejemplos; Obedecer; y Orar. Estos deben ser los atributos lógicos de un cristiano. ¿Cierto? Estas cualidades se crean en el corazón y viven a través del Espíritu Santo.
Un cristiano no vive aislado, sino en una sociedad, en comunicación y en relación con los demás. Él tiene comunión con los santos, pero no vive solamente con los santos. Y estamos tratando de llegar a personas fuera de nuestro ámbito cristiano.
El escritor de Hebreos en el Capitulo 13 da consejos prácticos. Recuerde que está escrito para los cristianos: una persona sin el amor de Dios en el corazón difícilmente puede practicarlo.
Bettie Marlowe, Coordinadora de Escuela Dominical General