Walter Lofton – Seth, WV


“Y rodeaba Jesús por todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y todo achaque en el pueblo. Y viendo las gentes, tuvo compasión de ellas; porque estaban derramadas y esparcidas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dice a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mt. 9:35-38)


Jesús vino a la tierra a buscar y a salvar los que estaban perdidos. Su irresistible amor lo llevó a acercarse a las multitudes para consolarlos, sanarlos y salvarlos de sus pecados. Su último mandato dado a la Iglesia antes de Su ascensión al cielo fue, “Id por todo el mundo; predicad el evangelio á toda criatura” (Marcos 16:15).


La Iglesia se ha esforzado por cumplir este mandamiento a lo largo de su existencia de alguna manera excepto durante el periodo de la Edad Oscura. En ocasiones, los esfuerzos de la Iglesia han sido más intensos que en otros tiempos. Hubo momentos en que la Iglesia se enfrentó con el fracaso, mientras que en otras ocasiones grandes fuegos de avivamientos quemaron y condujeron a muchas almas al reino de Dios.


La pasión de Jesús por la cosecha se puede ver en Sus palabras, “la mies es mucha, más los obreros pocos.” Él nos ordenó a orar para que el Señor envié obreros a Su mies. Cuando oramos para que los obreros vayan a la cosecha, podemos estar orando por nosotros mismo para ser enviados. ¿Está dispuesto a orar por obreros, incluso si eso significa que Dios lo enviará?


En la parábola de un padre de familia en Mateo 20:1-7, encontramos que él envió a obreros a su viña en cinco diferentes ocasiones. En la undécima hora (la cual es justo ante de que cierre) él salió y encontró a otros que estaban ociosos y les preguntó porque ellos estaban parados y sin hacer nada. Su respuesta fue que ningún hombre los había contratado. Él inmediatamente los envió a la viña para ayudar a terminar la preciosa cosecha.

 

Estamos ahora en la undécima hora, justo antes de que Dios cierre la cortina del tiempo sobre la tierra. Nuestra oportunidad de hacer algo por el Señor está llegando rápidamente a su fin. El tiempo del rapto está cerca y muchos aún no son salvos. En tanto que la Iglesia en general está trabajando para terminar la obra, todavía hay algunos entre nosotros que son como los que el padre de la familia encontró parados ociosos.


Nuestro pasado Supervisor General A. J. Tomlinson tenía un eslogan, el cual decía algo así: “Cada miembro es un obrero y un trabajo especial para cada uno de ellos.” Otro eslogan de él era, “Estar listo para el regreso del Señor significa tener todo el trabajo hecho.” Creo que estos dos eslóganes son ciertos, y de ser así, deberían hacer que nos detengamos en nuestro camino y consideremos seriamente lo que hacemos como individuos para estar listo para la venida del Señor.


Negarse a ir, y trabajar en el campo de cosecha no retrasará la venida del Señor. Esto solamente hará que uno no sea apto para regresar con Él cuando venga. Por mi parte, estoy casado de ver la corrupción malvada a nuestro alrededor en el mundo. Anhelo ver el reino de justicia de Dios establecido y el glorioso reinado de mil años de paz y después de esto, una eternidad de gozo y felicidad insondable. Sin embargo, mi corazón se aflige por el destino de los millones que se perderán eternamente


Es por eso, que estuve dispuesto a ir y vivir donde sea y entrar en un nuevo campo para tratar de establecer un trabajo y ganar almas para Dios. Los últimos cinco años han sido una gran alegría para mí y para mi esposa cuando dejamos a Cleveland Tennessee, y dejamos a nuestra querida familia después de mi retiro para ir a un lugar extraño para trabajar para Dios. Él nos ha bendecido mucho más de lo que esperamos y nos ha dado la dicha estando aquí en el Oeste de Virginia. He disfrutado grandemente mi trabajo aquí, aunque no hemos visto la gran cantidad de almas que nos gustaría ver salvas. Dios está haciendo una obra mientras estamos aquí plantando la semilla para Él. Algunas de estas semillas ciertamente darán fruto en el propio tiempo de Dios.


Dios nos guio a un lugar donde tenemos un núcleo pequeño, pero sólido, de personas que aman la Iglesia y trabajan unidos incansablemente para avanzar el programa de la Iglesia aquí. Él nos ha dado un hermoso edificio en donde nos reunimos, el cual está libre de deudas. Nos hemos encontrado con el favor y aceptación en nuestra comunidad de la Iglesia. ¡A Dios se la gloria! Solo lamento que a mi edad no pueda hacer más para Dios.


Si amas a la Iglesia y quiere ayudar a alguien a encontrar al Señor y estas parado en algún lugar ociosos, déjeme animarle a buscar la dirección de Dios. Si está dispuesto, Dios le abrirá un lugar y Él le apoyará cuando vaya y lo obedezca. Hay un mundo perdido y el corazón amoroso de Jesús está instando a los obreros a ir a Su campo de cosecha.


Esta es una carga muy personal de mi corazón y es por eso por lo que hago un llamado en este mensaje para animar a los obreros a que le den todo a Dios y le permitan que los use en un lugar que no conocen nada de La Iglesia de Dios. Los obreros son pocos y el campo está abierto de par en par. ¿Puede escuchar a Dios llamándole a ir a trabajar en Su viña? Tenemos estados donde no hay ninguna Iglesia organizada. ¿No podemos encontrar solo a uno que esté dispuesto a renunciar a todo e ir, confiando en Dios por las necesidades de la vida; solo uno para cada una de estas áreas desiertas?

 

Hay varios jubilados en la Iglesia que tienen un ingreso establecido y son libres de responder al llamado a servir. La pregunta es ¿Está usted dispuesto? Nos orgullecemos de creer y practicar la Palabra de Dios. Cuando Palabra de Dios golpea cerca de “casa” a veces queremos aplicarla a alguien más antes que a nosotros mismos. Por ejemplo, ¿Qué tan personal siente los siguientes versículos escriturales? “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su vida, no puede ser mi discípulo. Y cualquiera que no trae su cruz, y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:26, 27).


Cuando seguimos al Señor completamente, seremos galardonadores de esta maravillosa promesa: “Y cualquiera que dejare casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces tanto, y heredará la vida eterna” (Mateo 19:29).


Dios considera los deseos de nuestro corazón si le obedecemos. Cuando era niño soñaba ser un carpintero. Nunca he cumplido este sueño a lo largo de mi vida. Pero cuando me retiré y vine al Oeste de Virginia pude ver este sueño cumplido en una pequeña forma. Aunque no me considero un carpintero de ninguna manera, he remodelado una casa para vivir y convertí un garaje (con la ayuda de dos o tres amigos ministros) en una Iglesia. Aunque un carpintero profesional podría encontrar muchos defectos en mi trabajo, debo admitir que el resultado fue bastante bueno. Al menos yo estaba satisfecho y feliz con los resultados. Yo considero esto como un beneficio adicional de trabajar para mi Señor.


¿Cuál es su deseo en la vida? ¿Ya se ha realizado? Dios puede y está dispuesto a llevarlo a cabo dependiendo de su fiel obediencia a Él. Si ha estado en la Iglesia por mucho tiempo, usted ha escuchado el nombre, Dorlan Queener. Cuando era joven él tenía el deseo de volar un avión. En vez de eso, Dios lo llamó al ministerio. Él obedeció a Dios y en su trabajo ministerial Dios cumplió su sueño y él adquirió y voló su propio avión para la gloria de Dios. Seguramente conoce al hermano Ard. El anhelo de toda la vida era ser misionero. Dios permitió que este sueño se cumpliera mientras trabajaba fielmente para Dios. En su retiro, su crónica reveló que viajó a cincuenta diferentes países alrededor del mundo en su trabajo misionero para La Iglesia de Dios. Cuando ponemos a Dios primero, Él nos acerca a Él y nos abraza un poco, después de que le probamos que realmente nos importan las almas perdidas.


Estas cosas terrestres significan poco o nada en la eternidad, pero las almas que ayudemos a reunir serán una alegría duradera para nosotros por toda la eternidad.