El tratado de la Iglesia que habla sobre la Santa Cena dice: “Se debe tomar parte en el servicio de la Santa Cena con la misma santidad como fue intencionado por Jesús cuando Él instituyó la ordenanza. Por lo tanto, se debe demostrar mucho examen de conciencia y reverencia santa antes de uno ser partícipe del pan (sin levadura) y el vino (‘fruto de la vid’, jugo de uva). El examen personal de la vida personal de uno se debe ejercer antes de uno ser partícipe de la Cena del Señor, no vaya a ser que se halle en el estado de condenación delante del Dios santo. Las vidas de cada participante deben ser formadas por la Palabra de Dios. El Apóstol en 1 Pedro 4:17 declara: “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?”
“De manera que cualquiera que comiere este pan, o bebiere la copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, examínese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa”. (1 Corintios 11:27, 28)
I. La Santa Cena Restringida (1 Co. 11:18-34)
Algunas organizaciones ofrecen la santa cena abierta a cualquier persona a pesar de la posición espiritual. Aunque no practicamos la santa cena cerrada en La Iglesia de Dios, ofrecemos la santa cena restringida. Esto significa que está abierta para aquellos que profesan la salvación y dan frutos de la misma. A veces una persona que es salva dirá, “Yo no me siento digno”. A Satanás le gusta hacer que el pueblo de Dios se sienta indigno. No obstante, tener la sangre preciosa de Jesús aplicada en nuestros corazones es lo único que nos puede hacer aceptables para ser partícipes de la Santa Cena en una manera digna.
II. Examínese Cada Uno A Sí Mismo (1 Co. 11:28-30)
Antes de ser partícipe de la Cena del Señor, hay que dar un tiempo de oración y reflexión para que cada persona se examine a sí misma espiritualmente. A fin de no ser partícipe indignamente, cada persona debe examinar su propio corazón y vida como lo alineado con la Palabra de Dios.
III. El Pan Y La Copa
A. EL PAN SIN LEVADURA (MT. 26: 17, 26; 1 CO. 5:6, 7)
La levadura es levadura. La levadura que se le agrega a la mezcla de pan se esparce en toda, afectándola toda. Jesús advirtió a Sus discípulos acerca de la levadura y lo que representaba. (Léase a Mateo 16:6, 12.) El partir el pan representa el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo.
B. EL FRUTO DE LA VID (MT. 26:27-29)
El fruto de la vid representa la sangre de Jesús, la cual Él derramó para remisión de nuestros pecados. Varias organizaciones usan vino en vez de jugo de uva para la Santa Cena. Hay que dividir la Biblia correctamente y prestar atención a lo que dice, La Iglesia de Dios sobre el jugo de uva. “No estés con los bebedores de vino, ni con los comedores de carne...No mires el vino cuando rojea, cuando resplandece su color en la copa, cuando entra suavemente” (Pr. 23:20, 21, 31).
Para entender el uso de la palabra “vino” en la Biblia, es necesario estar familiarizado con alguna historia sobre este asunto. En el 1800, Thomas Welch, M.D., quería que la congregación de la cual él formaba parte pudiera ofrecer vino sin fermentación para la Santa Cena. Hasta ese punto, no había el método moderno para preservar las uvas recién exprimidas sin fermentación. (No deja de ser interesante, sin embargo, la historia revela que los sacerdotes de Israel tenían un proceso para preservar el fruto de la vid para prevenir la fermentación). En 1869, Dr. Welch y su hijo usaron el proceso recién inventado de pasteurización en las uvas recién exprimidas para preservar y prevenir la fermentación con éxito. Su prueba se vendió como “Vino Sin Fermentación de Dr. Welch” para usarse en la Santa Cena.
El producto se vendió bastante bien, pero en realidad no cogió auge hasta el 1890 cuando ellos le pusieron un nuevo nombre a su vino sin fermentación. Ellos crearon un nuevo término que aún se usa hoy en día. ¿Qué era? ¡Jugo de uva! Tiene un sentido perfecto además por eso la Versión Autorizada de la Biblia del Rey Jacobo, traducida en 1611, llama lo que conocemos hoy en día como jugo de uva, en vez de vino. No había tal término como “jugo de uva” en 1611. Se llamaba vino: fermentado o sin fermentación.
Teniendo conocimiento de lo que varios pasajes de la Escritura dicen acerca del vino, ¿qué tipo la Biblia le recomendaría a un hijo de Dios beber un poco de eso en una manera no glotona? ¡Por supuesto, sin fermentación! Ha habido varios estudios desde 1999 que comparan los beneficios de la salud del jugo de uva púrpura y el vino. El jugo de uva como el vino contienen antioxidantes en la forma de flavonoides, los cuales previenen que se forme una placa en las paredes de las arterias y disminuye el riesgo de la enfermedad del corazón pero con algunas diferencias críticas. El consumo regular de un vaso de jugo de uva hace que haya menos posibilidades para la formación de coágulo de sangre y baja el riesgo de sufrir un ataque cardiaco. Para obtener el mismo resultado del vino, una persona lo tendría que consumir diario en cantidades demasiadas altas para declarar a alguien legalmente ebrio. El vino, así como también otras bebidas alcohólicas, ingeridas en cualquier cantidad produce moléculas inestables de oxígeno, llamadas radicales libres. Estas dañan los vasos sanguíneos, aumentan los riesgos de cáncer, enfermedad del corazón, derrame cerebral, etc. El jugo de uva no contiene estas moléculas inestables de oxígeno, así que no tiene estos efectos perjudiciales. Hay beneficios de salud proporcionados en el jugo de uva que no pueden ser reproducidos en ninguna otra forma. Por lo tanto, se puede concluir que el consumo diario de un vaso de jugo de uva púrpura proporciona las ventajas saludables no disponibles en ninguna otra forma.
¿Suena técnico? Claro que sí. Sin embargo, Pablo, con sabiduría santa, revelación divina y entendimiento divino, aún cuando él no tenía la menor idea acerca de lo que algunos estudios dirían sobre la cuestión, podía aconsejar a Timoteo muy simplemente tocante a este mismo tema: “Ya no bebas agua, sino usa de un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades” (1 Timoteo 5:23). En vista de que sabemos que la Versión Autorizada de la Biblia del Rey Jacobo no se contradice, este versículo no aprueba el beber bebidas alcohólicas. En cambio, Pablo está advirtiéndole al joven Timoteo que dejara de beber el agua perjudicial del área donde él vivía, a cambio del vino sin fermentación (lo que conocemos hoy en día como jugo de uva) eso le daría un sinnúmero de beneficios de salud, incluso dar mejoría a su estómago. ¡Aunque parezca mentira, le tomó a la ciencia todos estos años para entender lo que la Biblia y la Iglesia han estado tratando de decir todo el tiempo!
Por supuesto que Cristo querría que continuáramos siendo partícipes del fruto de la vid en memoria de la sangre que Él derramó por nosotros. Ese fruto de la vid es el vino sin fermentación, o jugo de uva.
CONCLUSIÓN
La Iglesia continúa usando el pan sin levadura y el fruto de la vid (jugo de uva) como fue instituido por Cristo y ordenado por la Palabra de Dios. Para ser partícipe en la ordenanza de la Santa Cena debemos acordarnos de lo que nuestro Salvador hizo por nosotros cuando Él murió en la cruz del Calvario. Es en memoria de la liberación de la esclavitud del pecado. Cada creyente nacido de nuevo debe tener un deseo de recordar el gran sacrificio que fue hecho en nuestro beneficio por nuestro Señor.