LA OBEDIENCIA
"Y Jesús les dijo: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres. Y dejando luego sus redes, le siguieron” (Marcos 1:17, 18). Jesús no les formuló una pregunta a ellos, “¿Quieren venir en pos de mí?” No, Él les dio un mandato cuando Él dijo, “Venid en pos de mí...”. Dijo eso “y de inmediato” ellos dejaron sus redes, que significa que inmediatamente ellos hicieron lo que Él les pidió que hicieran. No sólo eso, sino que “dejaron” sus redes. Ellos lo dejaron todo, dejaron atrás sus antiguas maneras de vivir para seguir a Jesús. Dios nos llama a todos a dejar ciertas cosas para que en verdad sigamos a Él. ¿Acaso hay cosas en su vida que necesita dejar que son un impedimento para usted servir al Señor?
“Por este niño oraba, y JEHOVÁ me dio lo que le pedí. Por lo cual yo también lo he dedicado también a JEHOVÁ; todos los días que él viviere, será de JEHOVÁ. Y adoró allí a JEHOVÁ”. (1 Samuel 1:27, 28)
I. La Desobediencia Voluntaria
¿Acaso en alguna ocasión usted ha discernido en el espíritu que algo estaba mal pero de todos modos pidió hacerlo? ¿Acaso en alguna ocasión usted se ha enterado de que la Palabra de Dios manda que se hagan ciertas cosas pero rechazó ese mandamiento confiando en que Dios cambiaría de Su opinión? El libro de Números, los capítulos 22 hasta el 24 precisamente habla de un tal relato en cuanto a la desobediencia voluntaria.
Dios estaba haciendo cosas poderosas en Israel. Eso causó gran temor en algunas de las naciones cercanas, tanto temor que el rey de Moab le pidió al profeta Balaam maldecir al pueblo escogido de Dios. Ese rey, Balac, hizo uso de la avaricia como un medio para persuadir a Balaam a hacer lo que él quería que hiciera. ¡No cabe duda que Balaam sabía eso aún mejor que pedirle permiso a Dios para maldecir a la niña de Sus ojos, pero de todos modos le preguntó! Dios no le dijo en términos indefinidos que no lo hiciera. Números 22:12 dice, “Entonces dijo Dios a Balaam: No vayas con ellos, ni maldigas al pueblo; porque es bendito”.
Balaam mandó que se fueran a los príncipes que vinieron con la oferta del rey. Sin embargo, eso no detuvo al rey de Moab. Otra vez, él mandó a los príncipes a convencer a Balaam con la promesa de “te honraré mucho”. En cuanto a esto, Balaam decidió pedirle a Dios permiso una vez más. ¿Qué parte de “No vayas” él falló de entender?
El diablo no se rinde. Él no parará de tentarnos para que seamos desobedientes a Dios, y tampoco él se rindió en cuanto a Balaam. Dios ya le había dicho “no vayas” pero Balaam quería con urgencia tener permiso y le preguntó otra vez, y Dios permitió que él fuera.
A pesar de que Dios nos ha dado un libre albedrío, hay consecuencias por ser desobedientes a la Palabra de Dios. Otra vez, piense acerca de las preguntas antedichas y considérelas de cerca. ¿Acaso alguna vez usted ha discernido en el espíritu que algo estaba mal pero de todos modos pidió hacerlo? ¿Acaso usted se ha enterado de que la Palabra de Dios manda que se hagan ciertas cosas pero rechazó ese mandamiento confiando en que Dios cambiaría de Su opinión? ¡Él no cambiaría de opinión! No importa cómo la gente desea cambiar la Palabra de Dios; tergiversándola para tener a bien sus circunstancias, “No vayas” aún significa exactamente eso—“No vayas”.
II. La Obediencia Parcial
(Léase a Lucas 5:1-11.) Las barcas no estaban en uso; los pescadores se habían rendido por el día y habían decidido lavar sus redes. ¿Cuántas veces nos rendimos precisamente a punto de un milagro, más o menos en el momento cuando Dios intervendría? Pedro demostró obediencia al Señor al mover la barca más lejos de la orilla. Él estaba dispuesto a permitir que su barca se usara, para que la apartase de la orilla un poco. Ahora, bien que, Jesús estaba pidiéndole que entrara en alta mar y echara las redes, no sólo una red, sino todas sus redes (¡también las redes que ellos acababan de lavar!). ¡Sin embargo, Pedro puso muchas excusas! Él le dijo a Jesús todo acerca de eso, de cómo ellos habían trabajado toda la noche y no habían pescado nada. Aunque él puso sus excusas, Pedro fue obediente a lo que Jesús le pidió, hasta cierto punto. Fíjense que Jesús le pidió que echara sus redes, en plural, pero Pedro respondió que él echaría la red, en singular. ¿Cuál fue el resultado de esta obediencia “parcial”?
¡Aunque Pedro halló lo que él había buscado toda la noche, vemos, también, cómo esa sola red se rompió! ¿Acaso cuando nos debilitamos en la fe a veces vamos delante del Señor esperando poco? ¿Acaso estamos dispuestos a obedecer parcialmente, dando poco, esperando poco? Esto trae a mi memoria la historia de una comunidad pequeña que estaba perdiendo cuyas cosechas por la falta de lluvia. Un pastor local le pidió a todos congregarse para orar para que Dios mandara la lluvia. ¡Cuando la multitud se congregó sólo una joven creyó bastante para traer su paraguas!
La sola red de Pedro se rompió y probablemente parte del pescado se perdió en el proceso. ¡No podemos permitirnos perder ningún pez! Vayamos confiadamente delante de Jehová esperando cosas grandes y poderosas, viniendo preparados para recibir la abundancia que Él es capaz de darnos.
La vida de Pedro fue cambiada este día. Jesús tenía planes grandes y poderosos para todos estos pescadores, pero dependía de ellos dejar las cosas que para ellos eran importantes para seguir a Él en obediencia total.
III. La Obediencia Total
(Léase a 1 Samuel 1:9-17.) Ana era una mujer que vivió durante la época del Antiguo Testamento. Ella era casada pero no tenía hijos. Deseaba tener un hijo de todo corazón. Ella se sentía miserable y oró fervientemente a Dios para que le diera un hijo. No sólo eso, Ana le prometió a Él que ella le dedicaría su hijo a Él cuando llegara el tiempo. Ella oró con amargura de alma, silenciosamente para que los hombres no la oyeran sino para que Dios la oyera, y Él oyó sus clamores. Dios, en Su misericordia, le dio a ella el hijo que deseaba con ansia. El resultado de su obediencia, de cumplir su promesa, era que su hijo sería usado poderosamente por Jehová en Israel.
Muchas veces las personas, en medio de tempestades, le hacen promesas al Señor que luego, después de que la crisis pasa, ellas no están dispuestas a cumplir sus promesas. Sin embargo, Ana no hizo eso. Ella fue fiel a su voto. No se olvidó de la promesa que ella le hizo a Dios, aunque seguramente debe haberle causado tristeza cuando dejó a su hijo, Samuel, en el templo ese día en el servicio de Jehová. Sin duda, en su fidelidad, ella vio la mano de Jehová obrar en su vida; de hecho, todos los días de su vida. Qué gozo y consuelo eso debe haber traído a esta mujer que se atrevió cumplir su promesa a pesar de lo que le costara. “Por este niño oraba, y JEHOVÁ me dio lo que le pedí. Por lo cual yo también lo he dedicado también a JEHOVÁ; todos los días que él viviere, será de JEHOVÁ. Y adoró allí a Jehová” (1 S. 1:27, 28).
Cuando servimos a Dios, nosotros, en efecto, le prometemos a Él que haremos todo en obediencia a Su Palabra y a Su voluntad. Hay cosas a las que tenemos que hacer frente que requerirán el mismo tipo de abnegación que Ana demostró a fin de ser obediente a Dios.
CONCLUSIÓN
A fin de todas las cosas, si sólo pudiéramos entender los resultados de nuestra obediencia. Además, si sólo pudiéramos comprender lasconsecuencias de nuestra desobediencia, de no cumplir una promesa. ¿Ha hecho usted una promesa a Jehová que ha fallado en cumplir? ¡Cuán grandes cosas podría Dios hacer por su obediencia!