SALVACION

Sermones de La Iglesia de Dios

"Porque la palabra de la cruz es locura á los que se pierden; mas á los que se salvan, es á saber, á nosotros, es potencia de Dios” (1 Co. 1:18).

Todo verdadero cristiano seguramente recuerda cuando llegó al conocimiento de que él era un pecador perdido, destinado a una eternidad de miseria en el lago de fuego. Confrontados con la realidad de que el Hijo de Dios murió sobre la cruz para pagar la penalidad por nuestros pecados, nosotros humildemente y sinceramente nos arrepentimos de nuestros pecados y aceptamos la sangre expiatoria de Cristo como el precio que “pagó en su totalidad” nuestras ofensas contra Dios.

El canto, titulado, “La Cruenta Cruz Fue la Diferencia”, trata muy bien esta cuestión.

  • Era una vida sin rumbo llena de desesperación
  • Sin esperanza caminaba la cáscara de un hombre
  • Después una mano con heridas de clavos se extendió hacia abajo Solamente un toque y empezó una nueva vida.
  • Coro:

  • Y la cruenta cruz fue la diferencia
  • En una vida rumbo al dolor y la derrota;
  • A Él lo alabaré para siempre jamás
  • Porque la cruz fue para mí la diferencia
  • Estimado santo, ¿usted recuerda aquel día con claridad? ¿Acaso no se goza con gozo inexplicable cuando piensa en aquella “mano con heridas de clavos” que se extendió y lo sacó del lodo cenagoso del pecado? ¡Qué gozo llenó su corazón al sentir que la pesada culpa de su pecado de repente desapareció en el río del amor de Dios que limpia y, a medida que entraba el glorioso Salvador, todo cambió! Antes de su experiencia con Cristo, ciertamente usted iba rumbo a una vida de dolor y derrota, ¡pero ahora usted disfruta una vida de gozo inefable y glorificado!

    El sufrimiento y la muerte de Jesucristo sobre la cruz compraron no solamente nuestra salvación, pero también nuestra santificación, al igual que la sanidad de nuestros cuerpos. Además, entendemos que nuestro Señor compró La Iglesia de Dios con Su propia sangre. Así pues, no hay nada más propio que escoger el tema La Cruenta Cruz para esta Asamblea General.

    A todos los concurrentes les damos la bienvenida a esta 109na Asamblea General de la Iglesia del Señor y rogamos que todos disfruten de las gloriosas bendiciones que nuestro Señor nos ha traído a través de la cruenta cruz.

    Obispo Stephen E. Smith, Supervisor General

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