James R. Horne – Editor Asistente


A medida que uno estudia la Palabra de Dios, el gran poder y énfasis que el ministerio de la Iglesia primitiva tuvo al predicar su mensaje con entendimiento y sin transigir se vuelve evidente. Los resultados de tal predicación a veces trajeron persecución o incluso algo peor, pero esto no les impidió ni los detuvo de mantenerse firmes y aferrarse a su fe. Podríamos contar la historia de Esteban siendo apedreado o quizás Juan el Bautista perdiendo la cabeza por predicar a Herodes el mensaje del divorcio y el recasamiento. Hay muchos ejemplos en las Escrituras que relatan cómo los hombres de Dios sufrieron, y algunos murieron, por proteger La Iglesia de Dios. ¡Vivieron un ejemplo increíble ante nosotros y Dios se aseguró de que sus historias fueran grabadas para que las leamos y las imitemos! Aquellos que dieron todo de sí cuentan hoy con nosotros para mantener el rumbo y ayudar a llevar este último gran conflicto a su gloriosa conclusión. “¿Qué veréis en la Sulamita? Como la reunión de dos campamentos” (Cantares 6:13).


¿Qué obligó a estos queridos santos a tener tanta determinación y poder con Dios? Sin duda, tuvieron una verdadera experiencia y una comprensión de su papel en la obra del Señor y de lo que Dios les envió a hacer en este mundo. Estos ministros predicaron con gran fervor, y ellos mismos estaban cumpliendo las profecías que se escribieron de ellos para cumplirlas. Hubo algunos de quienes las profecías específicamente hablaron. Jesús mismo cumplió la profecía cuando leyó de Isaías acerca de la venida del Mesías y dijo, “Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos.” Jesús entendió su misión para la humanidad y el propósito que debía cumplir como el Hijo de Dios. Pablo dijo estas palabras a la iglesia de Colosas, “… según la dispensación de Dios que me fué dada en orden a vosotros, para que cumpla la palabra de Dios” (Col. 1:25). En Hechos 1:15-22, Pedro dijo que él y otros apóstoles cumplían la profecía ordenando a Matías para reemplazar a Judas. Él dijo, “Varones hermanos, convino que se cumpliese la Escritura, la cual dijo antes el Espíritu Santo por la boca de David, de Judas…” (v.16). Luego citó el Salmo 109:8 y Salmo 69:25. En su concejo a la Iglesia, utilizó la profecía como las instrucciones que debían seguir para ordenar un reemplazo en el puesto de los doce. “Porque está escrito en el libro de los salmos: Sea hecha desierta su habitación, y no haya quien more en ella; tome otro su obispado” (Hechos 1:20-22). Jesús declara en Mateo 11:9, 10, que Juan el Bautista era “y más que profeta. Porque éste es de quien está escrito…” El mismo Juan declaró, “Yo soy la voz del que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo Isaías profeta.” (Juan 1:23). ¡Juan estaba cumpliendo la profecía de Isaías y él lo sabía! En el libro de los Hechos, capítulo dos, algunos se burlaron del bautismo del Espíritu Santo que acababa de ser derramado. La respuesta fue hecha, “no están borrachos, como vosotros pensáis… mas esto es lo que fué dicho por el profeta Joel” (v. 15, 16). El cumplimiento de lo que fue dicho por el profeta se realizó y ahora es evidente en su vida, ¡y la historia revela el efecto que tuvo!


En el ejemplo citado, la Iglesia primitiva tenía una firme compresión de la profecía y sabía que ellos mismos la estaban cumpliendo al seguir a Dios. Del mismo modo, en La Iglesia de Dios, debemos conocer nuestro papel al servir a la Cabeza de la Iglesia y lo que debemos hacer en cumplimento de la profecía. No podemos tener miedo, no importa qué oposición pueda venir para proclamar el consejo completo de Dios. ¡Además de esto, debemos saber hacia dónde vamos y luego ver ese destino designado y profético sin parar! Así como Juan sabía que él era el cumplimiento de la profecía de Isaías, lo mismo debe suceder con La Iglesia de Dios en estos últimos días ya que nos hemos levantado (Is. 60:1) y está brillando la luz de la esperanza en este mundo oscuro como en la profecía fue escrito que ella hiciera.


Años después del hecho, A. J. Tomlinson se dio cuenta humildemente que había cumplido la profecía bíblica y declaró, “Creo que puedo decir como Pablo que para este propósito Dios me levantó… de la misma manera como el apóstol Pablo, yo magnifico mi puesto… Usted nunca vio mi nombre allí [la Palabra de Dios], pero sin nombre yo estaba allí. Simplemente resultó que fui yo y nadie puede ayudarlo. ¿Dónde hubiera estado esto si no hubiera sido por mí? No me jacto de como Dios ha hecho esto… todos ustedes son la Iglesia de Dios porque yo soy…” (Extractos de A. J. Tomlinson, El Profeta de la Sabiduría Ungido de Dios de 1943) ¡Qué declaración, y que verdadera! El hecho es que la profecía y el tiempo de Dios hicieron que fuera este hombre el que recibiera la revelación de la Iglesia en la cumbre de la Montaña Burger en lo que se conocería como los Campos del Bosque. A. J. Tomlinson dejó en claro que era, y es, La Iglesia de Dios y el relato muestra que él fue el primero con el entendimiento y la revelación dados a él para tomar el pacto para hacerse miembro de La Iglesia en este lado de la Edad Oscura. En relación con el Levántate, Resplandece, el 13 de junio de 1903, y el descubrimiento de La Iglesia de Dios, él llegó al conocimiento de su misión y cumplimiento profético al verse a sí mismo en la Biblia (como él dijo, “sin nombre, yo estaba ahí”). Jeremías reveló el momento en que este hombre se acercaría y ablandaría su corazón con Dios, como luego fue marcado en lo alto de la montaña en los Campos del Bosque. “Y de él será su fuerte y de en medio de él saldrá su enseñoreador; y haréle llegar cerca, y acercaráse a mí: porque ¿quién es aquel que ablandó su corazón para llegarse a mí? Dice Jehová” (Jer. 30:21). Dios dio la revelación divina cuando el hermano Tomlinson se acercó humildemente a Dios en oración que prevalecía, recibiendo una visión de la Iglesia (También vea: 2 Cronicas 6:32, 33 “y también al extranjero”). ¿No está usted agradecido de que también usted puede recibir esta visión? La oración prevaleciente “la” encontrará cuando el “Padre” la revele (Mt. 16:17).


De la misma forma, la Iglesia ha reconocido su propia peculiaridad profética a través de los años. El tiempo de la profecía había llegado para el Levántate, Resplandece de Isaías 60:1, pero también hay muchas más escrituras que se relacionan con ese evento, incluso señalando el lugar (Is. 49:19; Ez. 17:3-5; Sal. 132:4-6) y la estación (Cantares 2:10-13). El tiempo en el que surgió la Iglesia, y los acontecimientos del siglo pasado también relataron a la Iglesia su progreso y validaron aún más su curso. Hemos visto que las profecías se cumplen con los inventos exitosos de tales cosas como los aviones – el primer vuelo fue en el mismo Estado (Carolina del Norte) y el mismo año que la Iglesia resurgió – 17 de diciembre de 1903 (Is. 60:8; Ec. 10:20, presas (Nah. 2:6), automóviles (Nah. 2:3, 4), motocicletas (Nah. 3:2), satélites y estaciones espaciales (Abd. 1:4), revelaciones espirituales de los Campos del Bosque donde David dijo que la Iglesia fue encontrada (Sal. 132:6; Hab. 2:2, 3; Is. 60:1), y la bandera de la Iglesia (Sal. 60:4; Is. 5:26, 13:2), por nombrar unos cuantos. Varios ejemplos en las Escrituras se refieren a “el día de su preparación.” Creemos que estas cosas puede ser un indicador de tiempo para ayudar a señalar el hecho de que Jesús viene por Su Iglesia. Debemos predicar el mensaje de la Iglesia como el redil de Dios y el lugar de reunión de Sus ovejas (Juan 10:16; Cantares 6:9). El programa es que habremos cumplido nuestra tarea dada y cumplir toda la profecía y las cosas escritas para que podamos cumplir. Es decir, en parte, haber predicado el evangelio completo al mundo con la influencia del pueblo de Dios y haber alcanzado el estado de perfección.


Fue A. J. Tomlinson quien se unió a la Iglesia con el entendimiento de que era, y es, La Iglesia de Dios de la Biblia, no que va a ser, ¡sino que es! (Este lugar, la cabaña de W.F. Bryant, está marcada en los Campos del Bosque por la marca del Levántate, Resplandece). En otras palabras, ¡es la Iglesia, actualmente, según las Escrituras y las Profecías que se escriben sobre ella! No debemos dejar de predicar a Jesús y la cruz, predicar el reino, predicar la doctrina y predicar la Iglesia, ¡PREDICAR TODO! Esa es la comisión que se ha dado. Debemos llevar el mensaje completo a todo el mundo y solo a través de Dios se realizará esta gran tarea. Recuerde que fue Cristo quien pagó el precio por “la iglesia del Señor, la cual ganó por su sangre” (Hch. 20:28) e hizo esta distinción por nosotros.

El hermano A. J. Tomlison fue ese hombre que se acercó y ablandó su corazón con Dios y oró y prevaleció (Jer. 30:21). M. A. Tomlinson fue el David de la Iglesia cuando el Espíritu Santo dijo que debía traer a “su hijo menor” y ungirlo, así como Dios hizo que Samuel ungiera al hijo menor de Isaí (1 S. 16:11, 12). El hermano Robert Pruitt fue el hombre llamado a pararse en el portillo y completar el vallado y dirigir al remanente fiel o “la tercera parte” en 1993 (Ez. 22:30). El hermano Stephen Smith contendió fielmente (Judas 1:3) siguiendo el mismo camino que el hermano Pruitt, estabilizando a la Iglesia en tiempos tumultuosos y animando a una mayor santidad, oración e ir a la perfección. Nuestro actual Supervisor General tiene un espíritu excelente y se escribirá más de nuestro tiempo actual, pero seguramente esta Escritura se aplicará a medida que seguimos adelante, “Cosas ilustres son dichas de ti, Ciudad de Dios” (Sal. 87:3). Todo lo que hacemos medirá hasta la cuerda de plomada (Amós 7:7, 8), centrado en el libro. Cada separación que tuvo lugar en la Iglesia, de esa en el 325 A.D. del 1923 al 1993 se habla de estas a través de la profecía, lo cual es otro mensaje. ¡Confirmemos que la tercera parte será presentada! (Zac. 13:9). El programa de la perfección, el nombre, la misión, la Bandera de Amor, TODO ESO y más es una señal de la peculiaridad de la Iglesia en las Escrituras.


Debemos tener cuidado de no elevarnos como individuos. Hubo un momento en la historia durante la 51ra Asamblea en la que se emitió un fallo porque una persona creía estar en el espíritu y el poder de Juan o su ministerio como uno de los dos testigos del Apocalipsis. Esta persona (nuestro primer Secretario del AMIP, Grady Kent), aunque muy inspirado al principio y capaz de atraer multitudes y predicar durante horas bajo la unción, aparentemente se exaltó en su percepción de sí mismo y su ministerio. También hubo otros problemas que se desarrollaron, incluyendo su entendimiento de la teocracia, etc., que trajeron la corrección de parte del liderazgo. La Asamblea dictaminó en contra de sus afirmaciones, ya que no lo respaldaron a él ni a su ministerio de esta manera, ni aprobaron dichas declaraciones o prácticas. La resolución declaraba: “¿Apoya la Iglesia los intentos de sus ministros de identificarse a sí mismos u otros ministros como los dos testigos mencionados en Apocalipsis 11? ¿Aprueba que alguien indique que él es Juan el Teólogo? Respuesta: No” (51ra MA, Pag. 111). En lugar de someterse al gobierno de la Iglesia con los incalculables intentos realizados para restaurarlo y ayudarlo, Kent se fue y comenzó su propio trabajo en 1957, llamándose a sí mismo “Obispo Principal.” En 1956, se observó que él decía algo así como “si pierdo la cabeza y dejo la Iglesia, no me siga.” Su lápida decía, “San, Juan 11” durante muchos años, pero ese título ahora está oculto por una placa de metal, por alguna razón, cubierto por la iglesia que él comenzó. Saber quiénes somos y para qué somos enviados a hacer en cumplimiento de la profecía va más allá de nosotros mismos como individuos, y la gloria por todo lo logrado se dirige a Dios. Esto no significa que el mensaje de la Iglesia deba disminuirse o dejarse de lado. ¡Dios no permita que la Cabeza sea separada del cuerpo! Nuestro mensaje debe ser un mensaje balanceado como el hermano M. A. Tomlinson escribió (MAB, 9 de diciembre de 1978), págs... 3, 4). ¡Cada miembro fiel debería encontrarse en el trabajo y completarlo! Esperamos con interés las profecías que aún no se han cumplido y, sobre todo, cuando la Novia se ha preparado para Su regreso (Ap. 19:7), sin “mancha ni arruga, ni cosa semejante” (Ef. 5:27).


¿Haremos como Pablo, Juan, Esteban, A. J. Tomlinson, o como otros tantos que fueron fieles? ¡Tal vez hoy Dios está levantando algunos “pequeños David”! Quién sabe, pero tal vez usted es uno que hará humildemente algunas cosas especiales para la gloria de Dios en los últimos días. Todos tenemos una parte y sabemos que la Iglesia hará “cosas más grandes” como Él nos dice en Su Palabra. ¿Seguiremos predicando la Palabra sin transigir como ellos lo hicieron? ¿Sabemos sin duda, a través de la revelación divina del Padre, que esta es La Iglesia de Dios? (Mt. 16:17). Si es así, no deberíamos tener ningún problema para entusiasmarnos con este mensaje y proclamar estas verdades al mundo entero como lo hicieron otros hombres en su tiempo. Ellos estaban entusiasmados y alborotaron al mundo con el mensaje (Hch. 17:6).


¡Nuestra era debe ser uno de los momentos más emocionantes de la historia de La Iglesia de Dios! ¡Que esta generación tome este ejemplo y ame y proteja este mensaje con todo su corazón! ¡La casa postrera será mayor que de la primera (Hag. 2:9)! La peculiaridad profética atraerá a la gente a esta Nación Santa. ¿Quién o qué será lo próximo a ser completado por el Cuerpo de Cristo que revelará a Jesús más y hará brillar más nuestra luz en esta presente oscuridad? El tiempo, la dedicación, la oración, la responsabilidad de las almas, la valentía acerca del mensaje y el entendimiento de nuestro papel nos llevarán adelante, y por supuesto, al cumplimiento final del plan de Dios. ¿Qué parte de la Biblia ayudará a cumplir como miembro en particular? Permítanos con santa valentía proclamar el mensaje de los últimos días de la Iglesia con Jesús como la Cabeza y predicar con fervor “todas las cosas que os [el Señor] he mandado.” Seamos como aquellos “entendidos en los tiempos, y que sabían lo que Israel debía hacer” (1 Cr. 12:32) y como aquellos de quienes la Escritura dijo, “Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura” (Neh. 8:8). Trabajemos y juntémonos en unidad, uniendo esas cosas que dividen, ¡llenos del celo del Señor! Como el Himno antiguo declara: “Las puertas del infierno no prevalecerán, ella llegará a su destino. La Esposa de Cristo, la elegida, la Iglesia en la Profecía.”

 

TAGS: , ,